El tendón de Aquiles es el tendón más largo del cuerpo humano. Está localizado por detrás de la articulación del tobillo y puede sentirse como una estructura larga a modo de cuerda en la parte posterior del pie. Ya que todos los tendones sirven para unir el músculo al hueso, el tendón de Aquiles une los músculos de la parte posterior de la pierna (gemelos y sóleo) con los huesos en la parte posterior del pie (calcáneo).
El cuerpo muscular y la fuerza ejercida por los gemelos y el sóleo conjuntamente durante la práctica deportiva son mayores que todos de grupos musculares de la pierna juntos. Por lo tanto, la fuerza ejercida por estos músculos a través del tendón de Aquiles es muy grande ya que ayudan a mantener el equilibrio y el balance durante la marcha o la carrera, empujan el cuerpo hacia adelante durante la marcha, propulsan el cuerpo hacia adelante durante la carrera y propulsan el cuerpo hacia arriba durante el salto. Debido a la gran cantidad de tensión y estrés a la que está sometida el tendón de Aquiles durante la práctica deportiva, existe cierta predisposición del tendón de Aquiles a lesionarse durante la práctica deportiva.
La forma más común de lesión del tendón de Aquiles es lo que se antes se denominaba Tendinitis de Aquiles y que actualmente se reconoce como Tendinosis de Aquiles. La tendinosis de Aquiles hace referencia a una condición inflamatoria y/o degenerativa del tendón que causa dolor e incapacidad. Este proceso es relativamente frecuente en personas que se mantienen activos en la práctica deportiva. Los deportes que se encuentran más asociados a lesiones en el tendón de Aquiles son el baloncesto, tenis, carrera, futbol y voleybol.
La tendinitis de Aquiles tiende a ocurrir más frecuentemente en atletas más mayores de edad que en atletas más jóvenes. Según crecemos de edad al llegar a los 30 y especialmente a los 40 y 50, los ligamentos y tendones del cuerpo tienden a perder cierta flexibilidad y no se encuentran tan fuertes como antes. Esto predispone a los individuos más mayores que están activos en actividades como correr más predispuestos a lesiones en el tendón de Aquiles. Sin embargo, la tendinitis de Aquiles puede ocurrir a cualquier edad siempre y cuando se someta al tendón a un estrés excesivo que sobrepase sus límites normales de trabajo.
El diagnóstico de la tendinitis de Aquiles se realice por medio del examen físico del paciente y de los signos y síntomas que refiere. El dolor generalmente se asocia con un aumento de la actividad física, mayores cargas de entrenamiento.
En muchas ocasiones también se asocia a un cambio en la zapatilla como pasar de una zapatilla de entrenamiento con un talón elevado a una zapatilla de competición o de clavos que resulta más plana. El dolor en el tendón de Aquiles es a menudo tan severo que correr resulta imposible y simplemente andar es muy molesto.
La tendinitis de Aquiles suele responder generalmente bien al tratamiento conservador cuando se inicia de forma temprana. La cirugía no está inicialmente indicada a no ser que el tendón de Aquiles esté particularmente degenerado, roto o en casos muy severos de tendinosis crónica. Las medidas físicas de trabajo tendinoso y las Ortesis Funcionales pueden ayudar al tendón a recuperarse correctamente de forma más rápida.